lunes, 17 de agosto de 2009

Desahogo

No se por dónde empezar, por donde seguir y ni tan siquiera como finalizar. Ahora mismo, tengo innumerables pensamientos agolpándose en mi mente, sentimientos que desean salir fuera, porque si no lo hacen, estallan. El primero de ellos, es el que me acompaña siempre: la soledad; pero ya no soledad en tema parejil, como pueda parecer (que también, pero eso en realidad son rachas que me van y me vienen). Esta soledad es una soledad más general... el simple hecho de saber que no tengo amigos que vivan a menos de 80 Km de mi casa... e incluso dudar a veces que los tengas, el teléfono apenas suena, ni un toque, ni un sms; antes al menos los veía por el messenger y podía charlar con ellos, pero ahora ni eso, y si hablamos, hay veces que de un "hola, qué tal" y cuatro chorradas más no pasamos si yo no impulso la conversación. Así mismo, me he dado cuenta miles de veces que si yo no busco a las personas, ellas no me buscan a mi, con excepciones en días contados. Recuerdo en estos momentos una anecdota tonta, en el que una amiga mía se iba a pegar dos horas sola en sevilla (mientras esperaba que el novio terminase sus clases) y si no sale de mi decirle, "illa, quedamos este rato que no estés sola?" ni se acuerdan de mi... También se me viene a la cabeza otra amiga que desquedó conmigo en el último momento... no se, miles y miles de cosas que hacen que te llegues a plantear si la gente con la que te codeas realmente merece la pena... aunque después te des cuenta que SÍ que la merecen.
Todo estos pensamientos han pasado por mi mente en esta semana en la que he estado enferma (nada grave, pese a que la fiebre llegara a 39) y no haber recibido ni una sola visita. Este tipo de cosas hacen que, cuando estás bien, te cuestiones seriamente si tu vida le importa algo a alguien que no sea de tu familia y el problema es cuando llegas a la conclusión (errónea la mayoría de las veces) de que NO y empiezas a plantearte cuestiones que dañarían seriamente tu salud, pero afortunadamente soy demasiado cobarde para realizarlas.
Además de en momentos febriles, también me doy cuenta de lo sola que estoy cuando salgo a la calle... nadie me conoce por mi nombre, sino por ser "la hermana de..." y la verdad que duele muchísimo, y más ver como no te aguanta nadie, que no hablan contigo aunque estés sentada a su lado, que haces algún comentario, te siguen la corriente y se acabó... es muy duro, la verdad sea dicha.
Hay veces que me encantaría poder desdoblarme, darme de tortas y espabilarme, a falta de alguien que lo haga por mi, pero se que eso es tan imposible como que pueda conocer a una persona a la que llamar "amig@" sin el ciber delante.
De momento pararé con las divagaciones, aunque seguirán, porque no han terminado aquí...

¡Saludos!

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